EQUINOX Lanzarote 2025, la emoción de un sueño cumplido

Equinox Lanzarote 2025
22/09/2025

A veces, los proyectos más significativos nacen del compromiso profundo con un lugar. Así fue como surgió EQUINOX Lanzarote 2025, una iniciativa impulsada con pasión por Paula y Cristina Martínez Abad, fundadoras de Maraba Studio, con el deseo de honrar el espíritu único de la isla y contribuir activamente a su filosofía medioambiental. Su visión fue clara desde el inicio: crear un encuentro interdisciplinar en el que la luz —como fenómeno natural, artificial y emocional— fuera el hilo conductor.

Esa idea no tardó en contagiar al resto del equipo organizador, que nos sumamos con entusiasmo al sueño de Maraba Studio. Juntos fuimos dando forma a un evento que, desde el principio, buscó alejarse de los formatos tradicionales para abrir un espacio de reflexión, inspiración y conexión. Un lugar donde diseñadores de iluminación, arquitectos, astrofísicos, cronobiólogos, artistas y especialistas en sostenibilidad pudieran dialogar en igualdad de condiciones sobre cómo minimizar el impacto de la luz artificial y destacar el valor de la luz natural y la oscuridad.

Durante dos intensas jornadas, celebradas el 18 y 19 de septiembre, profesionales de distintos ámbitos compartimos no solo conocimientos, sino también preguntas, dudas e intuiciones. Nos reunimos para explorar juntos qué significa vivir y diseñar en un mundo sobreiluminado. Lo que ocurrió en EQUINOX fue, en esencia, un encuentro humano antes que técnico. Y eso lo cambió todo.

Los escenarios elegidos no fueron casuales. Los Jameos del Agua y el Mirador del Río, dos joyas del legado de César Manrique, ofrecieron no solo un marco espectacular, sino también un mensaje profundo: que es posible crear desde la armonía con el entorno. Cada ponencia, cada conversación, estuvo acompañada por esa sensación de pertenencia y respeto.

Uno de los momentos más íntimos llegó al atardecer del jueves, con la meditación contemplativa guiada por Cécile Pageau en la Playa de los Jameos. Allí, con el sonido del océano como único fondo, cuerpo y mente se relajaron. Compartimos un silencio que fue, paradójicamente, un acto de comunicación profunda. En un mundo saturado de estímulos, ese instante de quietud se sintió como un regalo. Como una reconexión con lo esencial.

El acto de clausura, conducido por Paula y Cristina Martínez Abad y celebrado en el impresionante Mirador del Río, estuvo cargado de emoción, reflexión y sentido colectivo.

Con una energía vibrante que flotaba en el aire, Ignacio Valero se encargó de la lectura de la Declaración de Intenciones. Este documento, concebido como una brújula para el futuro, recoge las principales conclusiones del encuentro y plantea las líneas de debate para próximas ediciones. En ella se aboga por un aprovechamiento inteligente de la luz natural y un uso consciente y responsable de la luz artificial, tras haber explorado sus múltiples impactos —positivos y negativos— en la salud, el medioambiente, la cultura y la vida cotidiana.

El broche de oro fue la experiencia inmersiva nocturna de Playmodes, bajo un cielo despejado que nos devolvía la maravilla de la oscuridad. Porque hablar de luz también es hablar de oscuridad, de ciclos, de ritmos naturales. Y porque solo cuando la contaminación lumínica desaparece, entendemos el valor del cielo que hemos olvidado mirar.

Pero quizás lo más emocionante de EQUINOX fue escuchar los comentarios de quienes asistieron: diseñadores que se emocionaron con las conexiones creadas, científicos agradecidos por haber sido escuchados, artistas que encontraron nuevas formas de inspirarse. Todos coincidían en algo: hacía falta un espacio así. Un espacio donde hablar de la luz en sus múltiples dimensiones —sensorial, científica, cultural, política— y hacerlo desde el respeto mutuo y la curiosidad genuina.

EQUINOX ha sido mucho más que un evento. Ha sido la demostración de que cuando las ideas se gestan con ilusión y determinación, se hacen realidad. Lo vivido en Lanzarote fue un primer paso, sí, pero también un punto de inflexión. Y nos deja un mensaje claro: hay hambre de encuentros que vayan más allá del formato tradicional, que abracen la complejidad y celebren la belleza.

Quiero cerrar esta crónica con un agradecimiento sincero al Cabildo de Lanzarote, a los Centros de Arte, Cultura y Turismo, Turismo de Lanzarote y a la Reserva de la Biosfera, así como a los patrocinadores que inducidos por Diana Murgueitio apostaron por EQUINOX incluso antes de que existiera. Su confianza hizo posible que esta idea —que nació con humildad pero con entusiasmo— se convirtiera en una experiencia profunda e intensa.

Ahora nos toca seguir. Con la misma ilusión. Con más fuerza. Y con la certeza de que la luz, cuando se comparte, enciende conciencias.
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